CAPÍTULO 137

En ese momento María no pudo parpadear. No se movió. Simplemente se quedó allí, mirando fijamente la pantalla, con la respiración entrecortada.

—¿Qué... qué pasó? —finalmente susurró. Su voz ni siquiera sonaba como la suya.

Sin embargo, el padre de Valentina se sentó rígidamente en el sofá, con la mandíbula tensa, sus ojos congelados en el ticker de noticias.

—Yo... no lo sé —dijo, sacudiendo lentamente la cabeza—. Según las noticias, todavía están investigando. Pero...

Levantó la mirada hacia ella, con expresión pálida.

—Dijeron que no era solo él. Más de treinta de ellos. Muertos.

En ese momento María se volvió hacia él, elevando su voz.

—¿Treinta? ¿Treinta hombres? ¿Qué clase de animal mata a treinta hombres en un solo lugar?