CAPÍTULO 129

Inmediatamente María presionó el botón verde y se llevó el teléfono a la oreja, sus dedos golpeando ligeramente contra el volante mientras esperaba.

Entonces una voz familiar se escuchó —no era el jefe mismo, sino el hombre que siempre hablaba por él. Su guardaespaldas personal.

—Señorita María —dijo la voz suavemente—, estoy llamando de parte del jefe. Me pidió que le informara que hemos recibido la información que solicitó.

Al escuchar lo que acababa de decir, los ojos de María se entrecerraron ligeramente, sus labios curvándose en una sonrisa tranquila y satisfecha.

La voz continuó:

—Dijo que todo está yendo exactamente según lo planeado. El proceso comenzará pronto. No necesita preocuparse por nada.

Hubo una pausa, luego el hombre añadió:

—En cuanto a lo que se hizo antes, el jefe dijo que debería relajarse. Él se está encargando. Nada volverá a usted.

En ese momento María asintió lentamente.

—Entiendo —respondió—. Confío en él.