CAPÍTULO 131

Entonces Raymond la abrazó aún más cerca, su voz suave contra su oído. —Solo cálmate... todo va a estar bien.

Su calidez, su firmeza—fue suficiente para calmar la tormenta dentro de ella. Lentamente, Valentina exhaló, cerrando los ojos y apoyando su frente en el hombro de él.

—Está bien —susurró—. Haré lo mejor que pueda.

—¡Bien! —dijo Raymond en voz baja.

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Durante los siguientes días, Valentina se encerró en modo de concentración total. Trabajó desde la mañana hasta tarde en la noche—investigando, planificando, escribiendo, ajustando. Quería que la propuesta para el contrato de GSK fuera perfecta. Sin espacio para debilidades. Sin lugar para dudas.

En la quinta mañana, sus ojos estaban cansados y su cuerpo pesado, pero su corazón estaba firme. Salió de la casa, vestida con un abrigo beige suave, aferrándose a su bolso de laptop. Su próxima parada antes de dirigirse al trabajo era su cafetería favorita en la calle de Sterling design.

Necesitaba esa cálida taza de energía.