CAPÍTULO 144

Al escuchar lo que Valentina acababa de decir, Raymond inclinó ligeramente la cabeza, con las comisuras de sus labios curvándose en esa sonrisa tranquila y arrogante tan suya.

—A partir de ahora —dijo, rozando suavemente con sus dedos la frente de Valentina—, no se te permite discutir más conmigo. No más quejas. Aceptarás todo lo que compre y harás exactamente lo que yo diga.

Inmediatamente Valentina asintió.

En ese momento Raymond se acercó a ella y le dio palmaditas suaves en la cabeza, como si fuera una gatita obediente.

—Bien. Muy, muy bien.

Valentina entrecerró los ojos pero no apartó su mano.

—Espera... Raymond —preguntó de nuevo, con la voz un poco más baja esta vez—. ¿De verdad conoces a alguien en GSK?

Inmediatamente Raymond la miró con tranquila seguridad.

—Sí. Y es bueno—muy bueno. Obtendrás lo que mereces.

En ese momento ella dejó escapar un pequeño suspiro, mitad aliviada, mitad ansiosa. Sus dedos jugueteaban con el dobladillo de su vestido mientras susurraba: