CAPÍTULO 163

En ese momento, Sha se mordió el labio inferior, sus ojos comenzando a brillar. Su garganta se tensó, y por un segundo, parecía que podría llorar—pero no por miedo, no por presión sino por alegría.

Luego se giró lentamente, posando sus ojos en Raymond y Valentina.

Su voz era suave, temblorosa, pero llena de sinceridad. —Gracias... gracias a ambos por creer en mí.

Tomó aire.

—Sé que ustedes estaban detrás de esto —continuó, con sus ojos aún fijos en ellos—. Sé que Sr. Raymond... Valentina... esto no podría haber sucedido sin ustedes. Ustedes... me dieron esta oportunidad. Y gracias a ustedes... mi sueño finalmente se hará realidad.

La sonrisa de Valentina era cálida, orgullosa. No necesitaba decir una palabra. La expresión en su rostro—el destello de orgullo compartido, la forma en que sus ojos se suavizaron—lo decía todo. Estaba orgullosa. No solo de Sha, sino también de Raymond.

Entonces Sha volvió a mirar al Sr. Adrián.

Y luego, lenta pero firmemente, tomó el bolígrafo.