En ese momento, la emoción de Chloe se apagó bajo las duras palabras de su madre, su corazón hundiéndose un poco.
Pero aun así, se aferró obstinadamente a la esperanza de que el acercamiento de Liam significaba algo real.
Algo que valía la pena conservar.
Miró a María, su voz pequeña pero firme.
—Entiendo lo que estás diciendo, Mamá. Pero aún quiero escuchar lo que él tiene que decir. Voy a ir. Tengo que hacerlo.
María no discutió más.
Simplemente hizo un gesto cansado, agitando su mano con desdén.
—Como quieras —murmuró entre dientes, dándose la vuelta y caminando de regreso hacia la ventana.
Chloe se quedó un momento, sus ojos siguiendo los movimientos lentos y pesados de su madre.
Algo no estaba bien.
Aunque María tratara de ocultarlo, Chloe podía verlo—grabado en las profundas líneas de su frente, en la forma inquieta en que seguía jugueteando con las cortinas.
—Mamá... —dijo Chloe en voz baja, dando un pequeño paso más cerca—. ¿Está todo bien?