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No habían venido a la ciudad para hacer turismo.
Estaban aquí por sangre. Uno de los suyos había sido asesinado —una muerte que nunca debería haber ocurrido.
Y ahora era su deber descubrir quién era el responsable... y hacerles pagar.
Habían seguido el rastro, tirado de cada hilo.
Y todo había llevado a una mujer.
Una mujer que, según la última comunicación que su miembro caído había enviado, fue la última persona con quien habló antes de su muerte.
Una mujer cuyo nombre ahora ardía en sus lenguas.
Mientras permanecían fuera de un edificio imponente, mezclándose entre la multitud, sus ojos se endurecieron. ¿Podría realmente haber sido ella?
¿Podría ella haber matado a uno de los suyos?
¿O había más en la historia que aún no sabían?
Una cosa era segura, no se irían de esta ciudad sin respuestas.
Y si alguien estaba involucrado, aunque fuera por un segundo, no habría perdón.