—Felicidades, Señorita Melanie. LuxeArt es ahora oficialmente suyo. Estoy seguro de que Lady Collins finalmente puede descansar en paz, sabiendo que el negocio ha vuelto a su legítimo dueño.
Melanie sonrió mientras firmaba los documentos, aunque una leve melancolía persistía bajo su expresión serena. Los últimos tres años los había pasado dirigiendo incansablemente el Imperio ABC, protegiendo sus intereses y asegurando su crecimiento. En su ingenuidad, había creído que LuxeArt estaba siendo cuidado, confiando en que la madre de Spencer mantendría el legado dejado por su propia abuela y Lady Collins. Debería haberlo sabido mejor. Una mujer que la había maltratado tan fácilmente—tan cruelmente—difícilmente dedicaría un segundo pensamiento al negocio de su abuela.