—¿Adónde llevan las maletas? —exigió saber Madam Collins, con la voz impregnada de una furia apenas contenida mientras observaba a varios hombres llevándose el equipaje tanto de la habitación de invitados como de la habitación de Adam.
Aunque el ama de llaves ya le había informado que Adam había ordenado personalmente que trasladaran sus pertenencias, ella seguía negándose a aceptar la realidad de su inminente partida. Si se iban ahora, ¿cómo conseguiría mantenerlos bajo control? ¿Cómo asegurarían que el vínculo entre Adam y Melanie se fracturara de la manera que necesitaban?
Su mirada se desvió hacia el anciano mientras hablaba indignada:
—¡Padre! ¿Ve esto? En lugar de mostrar respeto explicándose, han enviado a personas a recoger sus cosas para poder mudarse. Quieren la propiedad Collins, pero ¿se niegan a vivir con la familia?