Melanie quería maldecir mientras miraba al techo, con la mente dando vueltas. Había perdido la cabeza. Esa tenía que ser la única explicación. ¿Por qué si no se habría lanzado casi a los brazos de Adam Collins como una imprudente? Quería respirar profundamente y maldecir, pero era muy consciente de la persona que yacía a su lado en la cama. No.
Necesitaba mantener la distancia (cómo se suponía que iba a hacer eso cuando dormían en la misma cama, no tenía ni idea) y establecer un límite claro entre ellos. Él había tenido razón en una cosa: ella había estado tan segura de que él no la tocaría. Y sin embargo...