—Jefe... ¿deberías estar bebiendo? —preguntó Ben con vacilación, mientras su mirada se fijaba en el vaso de whisky medio vacío sobre la mesa.
Melanie giró la cabeza lentamente, sus ojos entrecerrados fijándose en él interrogativamente.
—Ben —dijo arrastrando las palabras, con voz teñida de irritación—. Dime tú... ¿no debería estar bebiendo? ¿Después de todo lo que pasó hoy?
Ben dudó, cambiando su peso de un pie al otro. A decir verdad, ella tenía razón. El día había sido... bueno, un desastre.
Primero, apenas habían salido de la oficina cuando un enjambre de reporteros los acorraló, bombardeándolos con preguntas sobre los rumores que circulaban acerca de la supuesta bancarrota de LuxeArt. Se habían abierto paso entre el caos, esquivando cámaras y respondiendo preguntas solo para saltar de la sartén al fuego.