Mientras el aroma de la comida acariciaba sus sentidos, Melanie se frotó la frente, frunciendo ligeramente el ceño. ¿Había dejado la ventana abierta? El delicioso aroma hizo que su estómago se retorciera de hambre, recordándole que se había saltado el almuerzo. Suspiro. Necesitaba terminar rápidamente y volver a casa.
Justo cuando estaba a punto de apartar el pensamiento y trabajar decididamente, un ligero golpe sonó en su puerta abierta, sacándola de sus pensamientos. Levantó la mirada con irritación, pero luego arqueó las cejas sorprendida. —¿Qué haces aquí?
Su mirada se posó en las cajas de comida para llevar en sus manos, y dejó escapar un suspiro silencioso cuando se dio cuenta. —¿Así que de aquí venía ese aroma?