«¡¿Responsabilidad corporativa?! ¡Jajajajaja!»
Max estalló en carcajadas en el momento en que escuchó la noticia, su voz haciendo eco por toda la habitación como si Adam acabara de contarle el mejor chiste del año. Se reclinó en su silla, apenas conteniéndose, y luego miró a Adam con ojos incrédulos y abiertos de par en par.
—¿Tú? ¿Director de Responsabilidad Corporativa? Vamos, hombre —Co-director o no, esto tiene que ser una broma. ¿No tendría más sentido que vinieras a trabajar conmigo? ¡Mira lo que estás haciendo ahora! Esto... ¡esto es un insulto tan descarado a tus cualificaciones!
Adam no dijo una palabra al principio. Simplemente miró a Max—su supuesto amigo que nunca dejaba de encontrar comedia en su desgracia—y dejó escapar un largo y cansado suspiro.
—¿Has terminado la tarea que te dije que hicieras? —dijo fríamente, con los brazos cruzados sobre el pecho—. ¿O vas a seguir arrastrando el culo hasta que tenga que pisarte la cola para que te muevas?