Al entrar en la sala de conferencias del hotel, lo primero que notó fue a ella —sentada allí, serena, mirando con expresión impersonal a los reporteros que lentamente tomaban asiento. Parecía intocada por el ruido a su alrededor, casi distante, como si nada de aquello le concerniera.
Adam se movió silenciosamente, eligiendo un asiento en el centro de la sala, asegurándose de estar directamente en su línea de visión. Si ella miraba al frente, incluso casualmente, lo vería. Intentó adivinar lo que estaba pensando, pero su rostro no revelaba nada.
Su mano se tensó contra su rodilla. ¿Iba a ponerse del lado de Saira en esta ridícula cruzada para destruirlo? ¿Iba a pararse allí y decir las cosas que podrían acabar con todo?