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—¿Salvarte? ¿Salvarte de qué?
Adam miró fijamente a Saira, quien había "confesado" todo, y sintió que su corazón se helaba de nuevo.
Él había adivinado en su momento que ella había hecho lo que hizo por estas razones, pero adivinar y escuchar su confesión eran dos cosas muy diferentes. Era la diferencia entre suponer o saber que te habían traicionado y las razones para ello.
Lentamente, extendió la mano, agarró sus brazos y la levantó. Ella había sido una vez la chica más fuerte, protegiendo a cualquiera que creía que estaba siendo acosado, y ahora, verla así, lo hacía sentir incómodo.
A Saira se le cortó la respiración mientras lo miraba cuando él la ayudó a levantarse, buscando algo en su rostro: esperanza, comprensión, el Adam que una vez había conocido. Ella sabía que él siempre estaría ahí para ella. Le sonrió temblorosamente.
Adam observó cómo sus ojos se iluminaron cuando la ayudó a ponerse de pie y la esperanza de que él la salvaría.