Horror

—Esto es... muy extraño.

Elías Kramer estaba sentado en una pequeña oficina poco iluminada escondida dentro de la jefatura de policía de la ciudad, todavía tratando de procesar lo que acababa de oír y ver. La conmoción no había desaparecido, ni de todas las discusiones, y ciertamente no de las implicaciones. Pero curiosamente, no era solo su conmoción la que llenaba la habitación. Había alguien más, quizás incluso más desconcertado que él. Los dos detectives que habían pensado y creído firmemente que todo este caso era claro como el agua... ¡Sí, claro! ¡Era tan claro como el agua de alcantarilla!