—Sí, Adam Collins. Te ayudaré a criar a Adir. Si eso es lo que decides. Si eso es lo que necesitas. Estaba dispuesta a hacerlo cuando pensabas que era tuyo y estoy dispuesta ahora.
Adam la miró fijamente, momentáneamente desconcertado. Había esperado preguntas o al menos un intento de eludir el tema. Algo para retrasar lo que fuera que estuvieran hablando. Pero ella simplemente aceptó, como si fuera sencillo. Como si no fuera el compromiso más complicado y aterrador que podrían hacer jamás.
Melanie se inclinó hacia él nuevamente mientras apoyaba la cabeza en su hombro. —Me gustas demasiado, ¿recuerdas? Eso incluye las partes difíciles de ti. Y las decisiones complicadas.
Adam se rió por lo bajo, no porque fuera gracioso, sino porque ella lo hacía sonar tan fácil. —Realmente lo dices en serio.
—No digo cosas que no quiero decir —dijo ella—. Además, también me gusta Adir.