Cocinando la cena juntos

En casa de Agustín…

Agustín entró en el estacionamiento y se volvió hacia Ana con una sonrisa, su corazón latiendo con anticipación.

—Ahora, es hora de mi recompensa —dijo, con un destello juguetón en sus ojos.

El estómago de Ana se agitó ante su mirada significativa. Instintivamente, agarró su falda sobre sus muslos, dándose cuenta de repente del peso de su promesa anterior.

En su entusiasmo, había accedido a darle lo que quisiera sin pensarlo mucho. Pero ahora, el nerviosismo se apoderaba de ella—no tenía idea de lo que estaba a punto de pedir.

—Yo…

Ring-Ring-Ring…

El repentino sonido del teléfono de Agustín interrumpió el momento. Miró la pantalla y vio el nombre de Gustave. Sin dudarlo, contestó.

—¿Cuál es la actualización? —preguntó, con expresión seria.

—Paul ha sido trasladado a otro hospital, y su tratamiento ya ha comenzado —le informó Gustave.