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Solo en su oficina, Agustín tomó su teléfono y le envió un mensaje a Ana: «¿Has almorzado?»
Después de un rato, llegó su respuesta: «Todavía no. He estado navegando por portales de empleo y aplicando a varias empresas. Espero recibir una respuesta de ellas pronto».
Al leer su mensaje, la expresión de Agustín se volvió pensativa. Después de un momento de deliberación, rápidamente escribió: «¿Por qué no almuerzas conmigo? Necesito hablar contigo sobre algo».
Presionó enviar y esperó ansiosamente, sus dedos tamborileando contra el escritorio. Su mente corría con incertidumbre.
—¿Aceptará? —murmuró, sintiendo una ola de inquietud apoderarse de él.
Momentos después, su teléfono sonó. Revisó la pantalla instantáneamente.
—De acuerdo —Su breve respuesta trajo una sonrisa de alivio a su rostro.
«Enviaré a Gustave a recogerte. Nos vemos pronto». Escribió rápidamente.