A la mañana siguiente...
Ana fue despertada bruscamente por el repentino timbre de su teléfono. Su corazón latía con fuerza mientras lo agarraba, esperando ver el nombre de Agustín en la pantalla. Pero era Gustave.
Contestó inmediatamente. —¿Hola?
—El Señor fue hospitalizado anoche —le informó Gustave gravemente—. Ven al Hospital Northshore de inmediato.
Ana se quedó paralizada. Era el mismo hospital donde su padre había sido transferido recientemente. Pero la noticia de que Agustín estaba hospitalizado le envió una ola de conmoción, haciendo que su corazón se hundiera.
—¿Qué? ¿Por qué está en el hospital? ¿Qué le pasó? —preguntó ansiosamente.
Pero Gustave no respondió. En cambio, terminó abruptamente la llamada.
—¿Hola? ¿Gustave? —La voz angustiada de Ana llenó la habitación silenciosa, su visión borrosa por las lágrimas contenidas mientras miraba la pantalla en blanco.