La expresión de Agustín se oscureció con preocupación.
—Ana, no andes escabulléndote —es peligroso. Déjame esto a mí. Me encargaré y expondré a Tania cuando sea el momento adecuado.
Puso sus manos sobre los hombros de ella, su mirada firme.
—No quiero que te metas en problemas. Si encuentras algo sospechoso, por favor dímelo. No actúes por tu cuenta.
Se acercó más, sus ojos llenos de preocupación.
—¿Confías en mí?
Las facciones de Ana se suavizaron mientras sonreía.
—Sí, confío en ti —se inclinó hacia él, rodeándolo con sus brazos, pero un destello de decepción cruzó su rostro—. Dediqué tanto tiempo y esfuerzo a alguien, le entregué todo mi corazón, y terminé sin nada más que un corazón roto. No importa cuánto lo intentara, nunca pude cerrar la brecha entre nuestros mundos.
El cuerpo de Agustín se tensó ante sus palabras. «¿Todavía tiene sentimientos por Denis? ¿Se arrepiente de su ruptura?». El pensamiento lo inquietó.