¿Qué has logrado?

Entonces, su mirada se dirigió a Tania, y la sonrisa burlona en sus labios se volvió más afilada.

—¿Pero qué hay de ti? —se burló Ana—. ¿Qué has logrado? No tienes carrera, ni éxito propio. Sobrevives puramente por la misericordia de Denis. Entonces, ¿qué derecho tienes a mirar a los demás por encima del hombro? Entraste a esta fiesta de su brazo como su amante, nada más. Y si alguna vez decide dejarte ir, no tendrás nada. Serás olvidada en un instante, solo otra mujer descartada sin una segunda mirada.

El rostro de Tania se contorsionó de rabia, su cuerpo temblando de furia apenas contenida.

—Tú... ¿Quién te dio el valor para hablarme así? —siseó, levantando su mano en un arrebato de ira ciega, lista para golpear.

Pero Ana fue más rápida. Atrapó la muñeca de Tania en el aire y la apartó. Y antes de que Tania pudiera reaccionar, la mano de Ana se disparó hacia adelante en una bofetada aguda y resonante.