Haré el informe.

Ana le lanzó una mirada aguda e incrédula, apenas reprimiendo una risa amarga. —¿Desde cuándo te importo? Siempre me has odiado, y no te preocupes —siento lo mismo por ti. Así que haznos un favor a las dos: mantente alejada de mí.

La boca de Lorie se crispó. Agarró con fuerza el borde del archivo en sus manos, hirviendo de rabia. —¿Cómo puedes decir eso? —dijo, tratando de sonar herida—. No importa lo que haya pasado entre nosotras, seguimos siendo familia. Crecimos juntas. ¿Eso no significa nada para ti?

Ana soltó una risa seca y sin humor. Su mirada se volvió gélida. —Oh, lo recuerdo todo. Cada insulto, cada mentira, cada vez que me humillaste solo para sentirte superior. No he olvidado nada.

La intensidad en los ojos de Ana atravesó directamente la falsa simpatía de Lorie, haciéndola ponerse rígida. Esa mirada ardiente —fría, implacable— le envió una oleada de inquietud. Por primera vez, Lorie no pudo pensar en una sola palabra para responder.