Agustín parpadeó, desconcertado. Su mente daba vueltas con la acusación de Lucien mientras repasaba sus recuerdos de Ana—la vacilación en sus ojos, los momentos en que ella se había alejado, y aquella noche en que, ebria, se había inclinado hacia él, intentando besarlo.
—Pero ella dijo que quería ir despacio —recordó—. No quería presionarla. Pensé que la asustaría.
—Eres un tonto —se burló Lucien—. A veces el "no" de una chica solo significa que quiere que te esfuerces más. Tienes que leer sus señales, no solo sus palabras. Ahí es donde entra el instinto.
Agustín se rascó la cabeza confundido. ¿Podría ser que ella hubiera querido que él hiciera un movimiento? ¿Que hubiera estado esperando a que él diera un paso adelante y tomara ese salto final?
—Ve a buscarla. Háblale con suavidad. Provócala, tiéntala—sedúcela. Ya verás, no te resistirá.