La falsa compostura de Lorie se quebró. Su voz se elevó, teñida de pánico.
—¿Cómo puedes decir eso? Somos familia. No puedes simplemente alejarme así. Sé que te lastimé antes, pero puedo cambiar. Voy a cambiar. Por favor, Ana, dame una oportunidad.
Ana la observaba atentamente. Las palabras de Lorie sonaban sinceras, pero algo no encajaba. Su repentina humildad, el entusiasmo—no parecía correcto. Ana estaba segura de que Lorie tenía algo en mente.
—Sé que no confías en mí —continuó Lorie—. Pero te demostraré que hablo en serio. Déjame invitarte a almorzar. No estoy pidiendo perdón—solo un pequeño paso para compensar lo que hice.
Pero Ana no bajó la guardia. Ni por un segundo. No creía ni una palabra del acto de Lorie—pero algo le decía que valía la pena ver hasta dónde llegaría esta farsa.
—Está bien —dijo Ana fríamente—. Te daré una oportunidad. Pero si intentas algo, no esperes misericordia.