Denis descubrió el pasado de Agustín.

Un destello de diversión cruzó el rostro de Agustín. Si tan solo ella supiera la verdad—que él era el jefe. Abrió la boca, a punto de revelarlo, pero ella habló primero.

—Siempre te apoyaré —se inclinó para darle un suave beso en la mejilla.

Su simple gesto tocó algo profundo dentro de él. Sus ojos se oscurecieron, el deseo apoderándose de ellos. —No deberías haber hecho eso —gruñó con hambre—. Ahora eres mía.

Antes de que pudiera reaccionar, atrapó sus labios con los suyos—urgente, posesivo e intoxicante.

Ana se tensó al principio, el instinto urgiéndola a resistirse. Pero el calor de su boca, el firme agarre de sus brazos alrededor de ella—derritió su determinación. Los pensamientos se desvanecieron, y todo lo que podía sentir era a él.

Sus manos se deslizaron alrededor de su cuello casi involuntariamente mientras cedía, su cuerpo respondiendo a la necesidad que había hervido silenciosamente dentro de ella.

En la elegante oficina de Denis...