Tania expuesta (Parte 2)

Un jadeo colectivo se extendió por la sala, seguido de murmullos de incredulidad.

El golpe afectó duramente a la familia Beaumont. Permanecieron inmóviles, su orgullo destrozado y su reputación ahora pendiendo al borde de la desgracia.

Denis, aturdido, se aferró al último resquicio de duda.

—¿Estás seguro? —preguntó con confusión—. Vi los informes. Un médico confirmó su embarazo. ¿Cómo puede ser todo falso?

El médico de mediana edad lo miró a los ojos y dijo con firmeza:

—He practicado medicina durante más de treinta años. Sé lo que estoy diciendo. No sé qué médico trajo ella o qué informes viste, pero no está embarazada. Por lo tanto, no hay cuestión de aborto espontáneo.

—¿Y la sangre? —exigió Jeanne, señalando la vívida mancha en el suelo—. Todos la vimos. Se desplomó y estaba sangrando. Lloraba de dolor.