En una mano, sostenía un extravagante abanico plegable, incrustado con jade y oro, brillando tan intensamente que si lo mirabas demasiado tiempo, te dolían los ojos.
Dio otro paso adelante y se limpió la frente, arrojando gotas de sudor al suelo sin ningún cuidado.
—Agua... necesito agua... ahora... —Su voz era ronca, como si hubiera tragado un desierto entero.
Hao entrecerró los ojos, estudiando al hombre detenidamente. Cuanto más lo miraba, más familiar le parecía.
Mo Xixi, que había estado callada todo este tiempo, finalmente murmuró:
—Jefe, su cara me recuerda a alguien...
—Sí, Pequeño Xixi... se parece un poco a...
Antes de que Hao pudiera terminar, el hombre respiró profundamente y se irguió. En un instante, su aspecto cansado desapareció, reemplazado por una presencia imponente, como si se hubiera convertido en una persona diferente.
—Soy Gong Jueyon, Vice Maestro del Pabellón de Comidas Niebla Azul. Tráeme tu mejor bebida. El dinero no es problema.