Facción de Asesinos Directamente Bajo el Emperador

La primera parada de Kurome fue la esquina donde sus crías estaban acurrucadas.

Se agachó junto a ellas, su cola balanceándose juguetonamente mientras adoptaba una pose orgullosa, mostrando sutilmente su nuevo uniforme.

Los dos gatitos la miraron con asombro. Uno emitió un pequeño —meow—, el otro siguió con un más fuerte —mrow—, sus tonos transmitiendo clara envidia.

Kurome dejó escapar un suave ronroneo, divertida.

—Entrenen duro. Algún día ganarán el suyo.

Después de eso, se deslizó de nuevo hacia afuera.

Su deber no estaba dentro de la tienda - ese era el dominio de su maestro. Nadie se atrevería a causar problemas con Hao cerca.

¿Pero afuera? Esa era su responsabilidad.

Kurome salió al callejón, sus sentidos agudizándose de inmediato.

Su sentido espiritual se extendió, rozando cada superficie que podía alcanzar. Su nariz captó olores que viajaban con el viento, sus orejas se movieron al sonido de la grava desplazándose, y sus ojos escanearon cada rincón y sombra.