El rostro del Anciano Tang Sheng se tornó ligeramente rojo ante la broma juguetona, pero con el Emperador y el Maestro de la Secta Bing Xuan mirándolo, no podía negarse.
Dio un breve suspiro. —Está bien, está bien. Entonces yo los guiaré.
El Anciano Tang Sheng condujo al grupo hacia los estantes donde se exhibían los fideos instantáneos, mientras Lin Yijun y Xiao Lianfeng luchaban por contener la risa.
Sus mejillas infladas, ojos cerrados y pequeñas sonrisas curvadas en sus labios, parecían a punto de estallar.
Los tres grandes personajes se pararon frente al estante, con los ojos fijos en los coloridos envases de fideos instantáneos.
Ninguno de ellos había visto tal empaque antes.
—No parece nada de nuestro continente —murmuró el Emperador Yunlan Haorang.
—Podría haber venido del Reino Superior —dijo Bing Xuan.
—O de otro continente —añadió Jiang Xianwei.
A pesar de su estatus, ninguno dudó en pagar. Un cristal por cada vaso era calderilla para ellos.