La Pequeña Liz se sentó junto a Yushou Ya'er como si nada hubiera pasado. Antes de acomodarse, giró un poco la cabeza.
—Senior, espero que me conceda esta pequeña petición. Por favor, no le hable a nadie sobre mi evolución, ni siquiera a mi maestro.
Hao asintió con una sonrisa casual.
No sabía por qué ella no quería revelar su forma evolucionada, pero supuso que tendría sus razones.
Él respetaba eso.
Aun así...
Sus ojos se desviaron hacia su cuerpo compacto.
¿Qué era esta bestia? Tenía la forma de un caimán. O tal vez un cocodrilo.
Pero con esos tenues crecimientos similares a alas de antes...
Hao tenía la sensación de que su próxima evolución sería algo mucho más grande.
Una verdadera bestia digna de los cielos, no solo una criatura rastrera.
Mientras tanto, Yushou Ya'er terminó el último bocado de su Helado de Vainilla Suave.
Sus labios se juntaron silenciosamente. Tan suave.
Tan frío. Tan... injustamente adictivo.
Necesitaba otro.
No - quería otro.