Emperador de la Nación, CEO del Rizz

Nie Huo apenas podía creerlo.

La experiencia de hoy había sido... desbordante.

De extrañeza.

De peligro.

Con fideos que podrían haberle lavado el cerebro.

Pero su cuerpo seguía moviéndose según sus propios pensamientos.

Eso era suficiente para llamarlo una victoria.

Escapó.

Salió de esa insidiosa tienda de conveniencia.

Ese reino de iluminación de pollo y fanatismo nacido de fideos.

Mientras tanto, dentro de la tienda...

Hao tranquilamente sorbía su Lima Espumosa detrás del mostrador.

Sus ojos, entrecerrados y perezosos, habían estado siguiendo a Nie Huo todo el tiempo.

Desde el momento en que ese ladrón entró pavoneándose con sospechosa confianza, hasta el segundo en que salió disparado como si un fantasma le hubiera lamido el lóbulo de la oreja.

Ciudad del Alma Abrasadora.

Ya no un lugar de respetable talento de cultivación.

Ahora firmemente rebautizada en su mente como Ciudad de Cabezas Agrietadas.

El sol debía haberles derretido algo importante en sus cerebros.