Kurome avanzó y se detuvo a unos pasos de Hao, luego hizo un gesto con la cabeza.
—Saludos, Maestro.
—He regresado antes de lo previsto. Hay algo que debo informar con urgencia.
Hao levantó una ceja e hizo un sutil movimiento de barbilla hacia la esquina - uno de esos gestos silenciosos que solo los asiáticos entendían instintivamente. El tipo que significaba "allá".
—¿Es sobre esos dos? —preguntó Hao.
—El mayor está inconsciente ahora. Parece que la silla es más cómoda de lo que aparenta.
Kurome miró en la dirección que Hao señaló.
—Sí, Maestro.
Kurome se acercó y se colocó frente a Hao. Comenzó su informe.
Relató todo claramente, desde cuando avistó por primera vez a la pareja herida hasta el momento en que atacó - tres muertos, dos capturados.
Hao exhaló lentamente y se rascó el costado de la cabeza.
—Así que eso es lo que pasó, eh... Esos cultivadores rebeldes fueron los que lastimaron a esos dos niños, ¿verdad?