—¡Mhm!
Lin Tian no tenía razón para negarse.
—Ah... ah...
Pronto, la habitación se llenó con los gemidos de Mei Ping y los sonidos de carne chocando.
Continuó y continuó.
Tres horas después, Mei Ping no pudo soportarlo más y le dijo a Lin Tian:
—Ya puedes irte.
Lin Tian no tuvo objeciones y asintió:
—Mhm, me voy. Llámame si necesitas algo.
Después de hablar, Lin Tian se vistió y se fue.
Mei Ping no podía moverse; su cuerpo estaba adolorido y caliente, y necesitaba descansar bien antes de poder levantarse de la cama y caminar.
Ya eran más de las cuatro de la tarde.
Lin Tian condujo de regreso a North Mountain Village.
Mientras tanto, un problema había golpeado al equipo en las montañas frías y desiertas de North Mountain Village.
Una enorme pitón dorada, de más de diez metros de largo y tan gruesa como un barril de agua, con ojos grandes como campanas de cobre y fauces abiertas, apareció en el bosque, haciendo que el equipo de limpieza huyera en desorden.