Nueva Invención

El Rey Killian se sobresaltó al principio, pero no perdió tiempo en tomar el control del beso. Dio la vuelta a Elena, atrapándola bajo su enorme cuerpo, besándola feroz y hambrientamente como si hubiera estado hambriento durante días. Sus labios eran suaves y dulces tal como había imaginado. Perfectos.

Su mano acunó la nuca de ella, profundizando el beso mientras su otro brazo se deslizaba bajo su cintura, atrayéndola más contra él. El jadeo de ella le dio la apertura que necesitaba—su lengua invadió su boca, reclamándola como si le perteneciera a él y solo a él.

Elena gimió, sus dedos enredándose en el cabello de él, acercándolo más como si no pudiera tener suficiente. Su cuerpo se arqueó contra el suyo, sus caderas elevándose para encontrarse con la presión exigente de las de él. El calor entre ellos aumentó, salvaje e implacable.