En un lujoso ático en Los Ángeles, Xavier estaba ocupado empacando algunas cosas en su maleta mientras se preparaba para volver a su reino.
Habría regresado a casa hace unos meses, pero surgió algo importante que tuvo que resolver primero. Ahora, estaba más que listo para regresar al palacio para llevar a su pequeña compañera a su muerte.
Xavier hizo una pausa, mirando hacia el techo mientras una sonrisa oscura se formaba en su rostro. «¿Qué debería hacerte primero, Elena?», pensó, anticipando su primera tarea... la primera carta que sacaría, una carta que le haría temer su regreso. «¿Debería revelar quién es realmente su esposo?» Dejó caer la tela que sostenía y comenzó a caminar de un lado a otro sumido en profundos pensamientos. «No, esto no haría nada. Puede que ya sepas quién es él». Permaneció en silencio por un momento y luego chasqueó los dedos en señal de aprobación cuando un gran pensamiento cruzó su mente. «Perfecto», susurró con una sonrisa diabólica.