La temperatura estaba a 46,7 grados al mediodía. Incluso con el sol abrasador y el calor opresivo, Alejandro se había metido en su mochila, sentado en una roca con solo la mitad de su rostro visible.
—10, 9, 8, 7... —Cuando llegó a «0», la luz del sol desapareció rápidamente, y nubes oscuras se reunieron velozmente. El viento repentinamente se intensificó, aullando amenazadoramente mientras sacudía los árboles y la maleza, aparentemente intentando desarraigarlos. En menos de tres minutos, el cielo pasó de blanco a negro, y la visibilidad se redujo a cero. Comenzó un aguacero torrencial.