Un momento de debilidad

Al entrar en su apartamento, todo el lugar estaba tenuemente iluminado, y ella terminó encendiendo el resto de las luces.

—¿Vino tinto o blanco? —preguntó mientras me hacía sentar.

—Licor fuerte.

—Ouu... Me gusta eso. Dame un momento y enseguida te traeré tu pedido.

Me dejó completamente solo en su sala de estar, y no pude evitar admirar cómo había cambiado.

Ha pasado tiempo desde que estuve aquí. Semanas... Incluso meses.

Regresó momentos después con una botella de licor y me entregó un vaso.

Lo tomé de ella y lo incliné, mientras la dejaba servir en mi copa.

Inmediatamente lo bebí de un trago, saboreando la quemazón mientras ella se levantaba y apagaba algunas de las luces.

El licor fluía libremente, su calidez extendiéndose por mis venas.

Su apartamento estaba más oscuro ahora, salvo por el suave resplandor de las velas esparcidas por el lugar. Se sentía íntimo, seductor y peligroso.