Desde el momento en que mi avión aterrizó en California, he sido un manojo de nervios.
El mensaje que recibí de Johan anoche contribuyó a todo esto.
Ni siquiera me habían dado tiempo para recuperarme y prepararme para esto.
Esperé a que Mikey viniera a recogerme e intenté calmarme mientras esperaba.
Después de un rato, recibí una llamada. Era de Lindholm. Llegaría más tarde ya que había estado cerrando un caso.
—¿Sr. Lindholm? —llamé en el momento en que contesté.
—Hola, Srta. Selena. Confío en que estará esperando a que alguien venga a recogerla del aeropuerto...
—Así es —respondí mientras miraba mi reloj. Ya habían pasado más de treinta minutos—. ¿Ya no vendrá el Sr. Bianchi?
—Lo siento, pero se quedó atrapado con algo, en su lugar envió a otra persona para que venga a recogerla.
—Oh —dejé escapar un pequeño suspiro de alivio—. Al menos, no tenía que ver a Mikey primero.
—Estará allí en cualquier momento.
—De acuerdo.