Sentí una profunda inquietud mientras las palabras de Mikey resonaban en la habitación silenciosa. Su voz era tranquila y medida cuando dijo:
—La única manera de quitarte a Gonzalo de encima es dejar que te capture.
Sus palabras hicieron eco en mis oídos, y apenas podía creer lo que estaba escuchando.
Me levanté bruscamente, con los ojos abiertos por la conmoción.
—¿Estás loco? —exigí, elevando mi voz con incredulidad—. No podemos estar hablando en serio sobre esto.
Mi corazón latía aceleradamente mientras intentaba asimilar su sugerencia. Parecía una idea peligrosa, algo que nunca pensé que consideraría.
Mikey no sonrió ni suavizó su tono. Su rostro permaneció serio, sus ojos fijos en los míos.
—Estoy hablando en serio, Sel —dijo con firmeza—. Solo si te dejas capturar por Gonzalo puede funcionar mi plan.