Todavía recuerdo aquella fresca noche mexicana como si fuera un dulce sueño. Marion había planeado una sorpresa para mí, una salida a uno de los restaurantes más caros de la ciudad. Aunque las amenazas seguían pesando en mi mente, la firme promesa de Marion de que estaba ocupándose del caso ayudó a aliviar mis preocupaciones. Entré al elegante restaurante con él, mi corazón latiendo con una mezcla de emoción y miedo persistente.
El restaurante era un lugar de luz y música suave. Las altas ventanas permitían que la luz de la luna se mezclara con las cálidas velas en cada mesa. Marion me sostuvo la puerta, sonriendo suavemente mientras susurraba:
—Esta noche, Selena, olvidémonos de los problemas por un rato.
Sus palabras eran reconfortantes, y podía ver en sus ojos la determinación de protegerme y llegar al fondo de las amenazas que atormentaban cada uno de mis pensamientos.