Conducía de regreso por las calles oscuras y tranquilas después de la reunión cuando sonó mi teléfono. Miré la pantalla, Klaus. Mi corazón se hundió un poco al contestar, sabiendo que algo andaba mal.
—Gonzalo —la voz de Klaus sonó tensa—. He descubierto qué salió mal con el trato.
Se me heló la sangre.
—¿Qué quieres decir con qué salió mal? —exigí.
—Alguien violó nuestro sistema. Cancelaron el trato automáticamente —dijo, con un tono cortante y serio.
Apreté el volante con más fuerza y maldije en voz baja.
—¿Qué? ¿Cómo puede ser? Pensé que nuestra seguridad era infalible. ¿Cómo puede alguien entrar y cancelar el trato así? —pregunté, con la voz elevándose por la ira.
—Todavía estoy investigando los detalles, Gonzalo. Estoy trabajando para descubrir quién tuvo la osadía de hacer esto —respondió Klaus.
Estaba furioso.
—¡Quiero respuestas ahora, Klaus! ¿Quién tuvo la audacia de violar nuestro sistema? —ladré.