Gonzalo
Llegué a Suecia con el corazón apesadumbrado y un espíritu determinado. Odiaba cuando las cosas no salían como yo quería.
El aire frío y ligero de este lugar hizo poco para enfriar el fuego que ardía dentro de mí.
Sabía que en este juego, cada contratiempo era una oportunidad para demostrar tu valía, y hoy estaba listo para hacer precisamente eso.
Llamé a Klaus para hacerle saber que ya había aterrizado en Suecia y sin esperar un segundo más, me dirigí directamente al lugar de encuentro acordado, un hotel discreto y elegante conocido por albergar reuniones privadas de hombres poderosos.
Mientras caminaba por el vestíbulo, no pude evitar notar los suelos de mármol pulido y la elegante decoración. Los lugares de reunión como estos tenían similitudes.
Este era un mundo donde la reputación era moneda corriente, y yo tenía que ganarme de nuevo cada pizca de confianza.
Pronto, me encontré cara a cara con Anatolie Otvos, el hombre que originalmente había propuesto el trato.