—¡Espero que estés bromeando!
Bueno, no puedo decir que no esperaba esto... así que giro mi cabeza hacia quien lo dijo:
—No papá, no lo estoy. Lo que pasó fue por mi culpa y no puedo quedarme de brazos cruzados mientras alguien mata a los miembros de mi manada solo porque tiene algo contra mí.
—¡NO! —y nunca había visto a mi padre con una respuesta tan seria antes—. Te quedarás en tu habitación y harás exactamente lo que tus compañeros te ordenaron hacer.
—¿Que es? —le pregunto, y siento la mano de Fe en mi brazo.
—Rosa, él solo quiere saber que estás a salvo —susurra, pero la ignoro.
—En primer lugar —le digo a mi padre—, ellos nunca me ordenaron hacer tal cosa, me obligaron a tener algunos escoltas y ahora entiendo sus razones.
—¡Alguien te quiere muerta! —papá me gruñe y aunque sé que está haciendo todo esto porque me ama, no voy a aceptar esta mierda.
—Creo que no fui lo suficientemente clara —les digo y lo miro a él y luego al Alfa Gregorio y a mis compañeros.