Una semana después, el funeral.
En la última semana, Rosa hizo todo lo posible para sobrevivir a su necesidad de romper todo a su alrededor. Estaba furiosa. Después de que todo se calmó, unos días después del ataque, una enorme rabia tomó el lugar del dolor que sintió después de perder a Margarita.
Fe tenía razón. Seguía diciéndole que Margarita murió para darle a Rosa la oportunidad de cumplir su propósito en esta tierra, porque estaba convencida de que Rosa brillaría en este mundo.
—No puedo quedarme y llorar todo el día —susurró Rosa un día—. Eso significaría que Margarita murió por nada.
—Me alegra que hayas puesto eso en tu mente —le dijo Fe.
Rosa lloró sola en su mente y en su corazón durante días, pero tan pronto como se dio cuenta de que llorar no traería de vuelta a Margarita, se convirtió nuevamente en la guerrera ruda que siempre había sido.
—¿Entonces, cuál es el plan? —preguntó Fe tan pronto como la vio salir de su cama.