—¡Mike! —Rosa le dice—. Deja de poner esa cara de asco porque me estás enfermando. Ya estoy al límite con el olor y la vista que tengo frente a mis ojos —y le lanza una mirada dura—. Solo estás empeorando la situación.
—Lo siento, pero no puedo contenerme —dice Mike y se da la vuelta tratando de tomar aire.
—¡Mierda! Necesito aire —y comienza a respirar profundamente en un intento de calmarse.
—Deja de hacer ruido, ¿quieres? —dice Jesse—. No deberíamos estar aquí —y mira nuevamente la mancha que vio en el cuerpo.
—¿Qué sucede, Jesse? —pregunta Henry mientras se acerca, porque la cara de Jesse es como un libro abierto. Está igualmente conmocionado y molesto—. ¿Qué encontraste?
—Estas manchas que Mike notó no son normales para un cadáver común. Y estoy más que seguro de que en el momento en que el forense realizó la autopsia no eran visibles porque las habría notado.
—¿Cadáver común? —dice Rosa y se acerca para mirar más de cerca.