Las sombras se arremolinaban a su alrededor como nubes de tormenta furiosas, ahogando toda luz. Elara sintió dedos helados agarrándole la garganta mientras la oscuridad de la boca de la falsa Selene se extendía por toda la cueva.
—¡Protéjanse! —gritó Darian, su voz apenas audible sobre el aullido de la oscuridad.
Actuando por instinto, Elara invocó los muros mentales que acababa de aprender a crear. Una luz plateada brotó de sus dedos, creando una cúpula protectora alrededor de los cinco. Las sombras sisearon y retrocedieron, incapaces de penetrar la barrera.
—¿Cuánto tiempo puedes mantenerla? —preguntó Kael, sus ojos dorados reflejando la luz plateada de ella.
—No el suficiente —admitió Elara, sintiendo ya la tensión. Sus brazos temblaban por el esfuerzo mientras las sombras golpeaban contra su escudo.
Ronan le agarró la mano.
—Toma mi fuerza.