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El grito de Selene desgarró el aire mientras corría hacia Ivy. Una luz azul envolvió el pequeño cuerpo de su hermana, elevándola del suelo. Los ojos de Ivy se habían vuelto completamente negros, su piel adquiriendo un brillo inquietante.
—¡Detente! —gritó Selene, con llamas brotando de sus manos.
Elara se dio la vuelta, su rostro contorsionándose con cruel placer.
—¡Demasiado tarde, caminante de fuego! —Extendió su mano hacia adelante, enviando una ola de energía oscura que derribó a Selene.
Dante saltó sobre las piedras caídas del templo en su forma de lobo masivo, con los colmillos al descubierto mientras cargaba hacia Elara. Rowan lo flanqueaba, sus ojos violetas brillando mientras gritaba palabras en un lenguaje antiguo. El suelo bajo ellos retumbó. El arco se agrietó aún más, la oscuridad filtrándose como humo espeso con rostros fantasmales formándose y desapareciendo.