El fantasma de Selene Moonbright llenó la habitación con luz plateada. Su forma transparente hizo que todos retrocedieran excepto Elara, quien miraba a su madre con ojos muy abiertos.
—¿Mamá? —susurró Elara.
—Hola, mi valiente niña. —La voz de Selene sonaba como el viento entre los árboles—. Lamento no haber podido quedarme para criarte.
Marcus se rió amargamente, todavía agachado junto al cuerpo de Evelyn.
—Perfecto. Ahora tenemos lobos muertos uniéndose a la fiesta.
—Cállate, Padre. —La voz de Kael era fría como el hielo. Por primera vez en su vida, miró a Marcus con puro odio. La sangre de su madre todavía estaba caliente en el suelo. La mujer que lo crió, lo amó, lo protegió—desaparecida por culpa del monstruo que llevaba la cara de su padre.
—La mataste —gruñó Ronan, extendiendo sus garras—. Mataste a nuestra madre.
—Ella eligió interferir —respondió Marcus bruscamente—. Yo estaba haciendo lo que era necesario...