Perspectiva Vali:
Un día después del "casi beso" en mi cocina, el resto de lo que quedaba de la semana fue un poco… peculiar, por decirlo así. El trabajo estuvo lleno de silencios al principio, pero poco a poco todo comenzó a volver a la normalidad. La encargada, Feme, siguió espiándonos con su sonrisa pícara y comiendo palomitas de maíz o papas mientras chismoseaba; parece que su nuevo pasatiempo favorito era espiarnos. Por cierto, el nombre le queda como anillo al dedo, ya que la diosa griega del chisme y los rumores se llama también Feme. Poco pasó durante esos días. Lo único fue que aprendí a trabajar allí y que nos contaron a Eris y a mí que una clienta, que no había podido venir mucho recientemente por estar ocupada, pero que es una clienta frecuente, iba a comenzar a trabajar allí o al menos estaba buscando un puesto. También Eris me contó que seguramente sea porque ella va a dejar de trabajar allí después de las vacaciones. Me enojé y me puse ansioso porque no me lo contara antes y por qué no me lo habría dicho antes, pero después se me olvidó por el comienzo de clases el siguiente día.
Apenas comenzó el día de clases, tuve que llegar para que me presentaran en mi salón. Sabía que me iba a costar acostumbrarme, ya que no estoy acostumbrado a hablar mucho y no es que yo sea muy sociable que digamos. Era el primer día de clases en mi nuevo colegio, un lugar moderno e imponente que me había recibido.
Apenas llegué a donde me dijeron que lo hiciera el primer día, me entregaron un horario y me llevaron al salón en el que iba a ser mi primera clase. Se escuchaban las risas y charlas hasta que entró la maestra y dijo que se callaran y se organizaran, que iba a presentar al alumno nuevo. Me hizo pasar al salón a presentarme. Entré al salón en silencio y me presenté rápidamente con vergüenza; había mucha gente. La profesora me dijo que me sentara en una esquina del salón.
Fue en ese momento cuando la vi.
Sentada al lado del asiento libre donde la profesora me mandó a sentar, con un libro que yo le había recomendado, con ropa que demostraba que no era muy sociable, estaba Eris. Su cabello oscuro caía suavemente sobre sus hombros mientras leía concentrada, ajena al bullicio que la rodeaba. No había grandes grupos a su alrededor, ni risas escandalosas. Era la misma Eris que había conocido en el concierto.
Mientras me acercaba, mi cerebro tardó unos segundos en procesar lo que estaba pasando. ¿Eris? ¿Aquí? ¡De todas las personas, de todos los colegios de la ciudad, después del casi beso! Sorpresa, seguida de una extraña sensación de tranquilidad y un poco de nerviosismo y ansiedad, me recorrió. No era la chica popular del colegio, ni la líder de una pandilla. Era... como yo. Un poco reservada, tal vez un poco "nerd" a los ojos de otros, y claramente más ensimismada en su propio mundo que la mayoría. La coincidencia no pasó desapercibida: yo, recién llegado a esta ciudad, y ella, que vivía aquí desde toda su vida, nos habíamos encontrado en el trabajo en la misma librería, en el mismo concierto con asientos vecinos y en un parque cuando nos encontramos por primera vez, y ahora, por algo como una caprichosa coincidencia del destino, también estábamos en el mismo salón de clases, en el mismo colegio.
"¿Eris?" dije al acercarme al asiento que estaba al lado de Eris, el cual iba a ser mi puesto por el resto del año escolar. Tenía pena y emoción al estar con Eris en el colegio. Eris levantó la mirada levemente al oír mi voz.
"¿Vali, qué haces aquí?" Con una sonrisa en la cara y tranquilidad de verla, le dije: "Pues supongo que lo mismo que tú, estudiar. Qué coincidencia encontrarnos aquí." Lo dije intentando sonar lo más tranquilo posible; la idea de pasar todo el año escolar con ella a cambio de no vernos más en la librería era emocionante.
Eris mostró una pizca de emoción y felicidad en sus ojos antes de voltear a mirar a otro lado. Noté que apretaba el libro que le había recomendado contra su pecho cuando volteó la mirada. "Sí, supongo que sí", susurró con un tono que intentaba ser casual, pero demostraba felicidad y tranquilidad. "Es… una coincidencia muy grande."
Justo en ese momento escuché una voz que venía de los puestos de al frente. "Eris, nunca te había visto reaccionar así, no me digas que te gusta el chico nuevo." Respondió una chica con el pelo largo y rebelde, los ojos brillantes de energía. A su lado, un chico alto, con una expresión más tranquila, se reía en voz baja, agitando la cabeza.
Eris, que ya estaba al borde del sonrojo, se puso tan roja que pensé que podría salirle humo por las orejas. Intentó hundirse en su asiento, apretando el libro por aún más fuerte contra su pecho. "¡Suzune! ¡Kaito! ¡No digan tonterías!", dijo, su voz apenas un susurro de indignación. Para ellos, era evidente que su nivel de timidez se disparaba cuando estaba conmigo.
Kaito, con una sonrisa divertida que se extendía de oreja a oreja, añadió: "No es tontería, Eris. Es la primera vez que te vemos tan... ¡colorida y tímida! Y todo por el chico nuevo. ¿No será que ya pasó algo entre ustedes dos?" Dijo de broma, pero Eris y yo nos pusimos nerviosos; de reojo vi cómo Eris se tocaba los labios levemente. "Lo decía de broma, pero parece que acerté." Respondió al serio nuestra reacción Kaito.
Suzune y Kaito se miraron con una sonrisa cómplice. Por la forma en que se molestaban juguetonamente, los pequeños empujones y las miradas que compartían, era obvio que ellos eran una pareja. Era una dinámica curiosa, un poco como si estuvieran en su propio mundo, pero también muy pendientes de Eris.
Suzune y Kaito se acercaron para presentarse antes de preguntar qué había pasado entre Eris y yo, y que Eris y yo negáramos que pasó algo entre nosotros, pero admitimos conocernos de antes.
En ese momento, Suzune se levantó de su asiento y se acercó a nosotros, seguida de cerca por Kaito. Suzune tenía una sonrisa traviesa que no ocultaba nada de su curiosidad, mientras que Kaito mantenía una expresión más calmada, pero sus ojos brillaban con la misma picardía.
"Hola, chico nuevo", dijo Suzune, extendiendo una mano hacia mí con una energía contagiosa. "Soy Suzune, y este es Kaito, mi... cómplice en el caos y de pareja, y somos amigos de Eris. ¿Y tú eres?"
Le estreché la mano, sintiendo un poco de alivio por la interrupción. "Soy Vali. Mucho gusto." Noté también una mirada celosa de parte de Eris apenas; era como si Eris con la mirada me interrogara por qué era tan cercano con Suzune apenas conocerla.
Kaito asintió con una sonrisa. "Así que, Vali... parece que ya conoces a nuestra querida Eris. Aunque a ella le dé mucha vergüenza decir de dónde." Kaito se giró hacia Eris, que en seguía estaba intentando desaparecer bajo su pupitre. "Vamos, Eris, no es común que reacciones así. Cuéntanos, nos ¿de dónde se conocen ustedes dos? O mejor dicho, ¿qué pasó qué entre ustedes dos?"
"Solo nos conocemos de un concierto y del trabajo, no ha pasado nada más entre nosotros", dijo Eris subiendo la mirada levemente, aún sonrojada.
"¿Seguros que no ha pasado nada? ¿No se, por ejemplo, ya fueron a la casa del otro?" dijo Kaito con un tono que revelaba que no nos iba a dejar en paz, ya que no creía para nada que entre Eris y yo no había pasado.
Justo antes de que Suzune continuara con el interrogatorio y justo cuando Eris me clavó justo cuando Eris con una mirada de qué hacemos y de ayúdame a sacarlos de encima y que no pregunten más que aún no proceso lo del casi beso, Eris y yo fuimos salvados por el profesor llamándolos a todos para que se fueran a sus asientos rápido.
"¡Señorita Suzune, señor Kaito! ¡A sus asientos, por favor! La clase va a comenzar."
"Se salvaron por ahora", dijo Kaito, él y Kaito también nos miraron con cara de que eso no se iba a quedar así, pero que por ahora iban a parar el interrogatorio.
Los dos, Suzune y Kaito, regresaron a sus puestos con una última mirada divertida, dejando a Eris y a mí en un estado Estimación de ansiedad y alivio. El "casi beso" seguía siendo nuestro secreto. Aunque lo negáramos mil veces, el "casi beso" había dejado una marca. Para Eris, se veía en ese rubor persistente y esa mirada de reojo que me lanzaba; para mí, era una felicidad secreta que no podía ocultar completamente.
Durante el resto de la mañana hubo una calma tensa, como si supiéramos que esto no había acabado aún. En los descansos, Suzune y Kaito no dudaron en acercarse a nosotros; esta vez no nos interrogaban, sino que me comenzaron a integrar a su círculo de amigos, aunque igual iba a llegar a ese círculo pasara lo que pasara al ser ese el círculo de amigos de Eris.
Resultó que, al igual que Eris, no eran precisamente el alma de la fiesta del colegio. Suzune era vivaz y extrovertida, pero su energía iba más hacia sus amigos cercanos que hacia la popularidad general. En cambio, Kaito era energético, pero también era un poco cerebrito, no era tan cerebrito y tenía un humor muy irónico. Nos dimos cuenta rápidamente de que compartíamos gustos similares en música y películas.
"¿Así que eres nuevo en la ciudad, Vali?" preguntó Suzune durante el almuerzo. "Eris no es muy buena presentando gente, además le costó mucho presentarte, seguramente porque tú y Eris parecen una parejita. ¿No están enamorados o han tenido una cita o algo?"
Eris, sentada a mi lado, escupió un poco de su bebida al escuchar la última parte de lo que preguntó Suzune Suzune. Eris no solo se puso muy roja, sino que se acostó sin pensarlo hacia donde yo estaba sentado y se quedó recostada en mi pecho, como si buscara un lugar seguro donde dejaran de hacerle preguntas sobre ella Victory y yo.
"Así que ya están tan pegaditos y ligando a plena luz del día", dijo Kaito al ver a Eris recostada en mi pecho mientras yo no sabía cómo reaccionar de la vergüenza; lo único que pensaba era que quería quería abrazar y acariciar a Eris mientras ella estaba recostada encima mío. Repentinamente, Kaito continuó lo que estaba diciendo antes.: "Eris, nunca te había visto tan cariñosa con alguien, y mucho menos tan sonrojada; ni siquiera te dejas abrazar por Suzune, que conoces desde hace años, y ya estás tan pegadita con el chico nuevo." Terminó de decir Kaito, mirándonos con una mirada de querer saber qué pasará entre nosotros y de que estar con nosotros va a ser divertido.
Eris, al notar que se había quedado tan pegada en mi pecho, se movió repentinamente y se alejó un poco por la vergüenza mientras miraba hacia otro lado. "Lo siento, fue un accidente, me caí un poco, nada más; no es como si quisiera estar abrazada contigo ni estar cerca tuyo ni mucho menos", dijo con un tono de voz que intentaba sonar serio, pero que parecía más como si se hubiera forzado a decir eso.
"Eh, así que nuestra Eris, cuando se enamora, es no solo más tímida y lanzada que de costumbre, sino también tsundere. No me esperaba eso", dijo Suzune mientras me miraba como si quisiera saber cómo reaccionaría. Tenía la sensación de que Kaito y Suzune se llevarían bien con Feme, que es la encargada de la tienda donde yo trabajó y Eris trabajaba, bueno, ahora es solo donde yo trabajo, pero según la encargada, Eris ya no trabajará en la librería durante el período escolar o al menos eso es lo que entendí.
El día transcurrió en una mezcla de clases aburridas, conversaciones con Suzune y Kaito, y momentos incómodos pero adorables con Eris. La presencia de Suzune y Kaito nos ponía en aprietos. Sus bromas y observaciones eran muy precisas; aunque no había pasado nada serio entre Eris y yo, igual nos daba vergüenza y me hacía temer entender completamente lo que sentía.
Un viernes, a la hora del almuerzo, abrí mi lonchera para encontrar, como de costumbre, un sándwich algo aplastado y unas galletas que había tomado a la carrera. Eris, sentada a mi lado, miró mi almuerzo con una expresión que combinaba desaprobación y una pizca de lástima. Ella siempre traía su comida meticulosamente preparada, con sus recipientes organizados y su fruta cortada con precisión.
"Vali", dijo Eris, su voz baja, casi inaudible. Suzune y Kaito estaban comiendo solos en una cita, al ser pareja; por primera vez podía disfrutar a solas con Eris. "Por qué siempre traes cosas tan poco preparadas y nutritivas para comer. Sé que no sabes cocinar, pero… ah, no importa", mencionó Eris.
"Sé le que debería cuidarme mejor, pero no sé cocinar bien, y esto es lo que alcanzo a tener listo por las mañanas. Lo siento si te preocupa mi salud", respondí a lo que Eris estaba diciendo.
"No seas estúpido, no… no es que me preocupe por tu salud, solo que… solo que… ah, sería mejor si te preparara la comida algunos días. Si quieres, podría ayudarte; no es como si me preocuparas, solo es que a veces me sobra comida, no lo pienses de otra manera", dijo Eris sonrojada y mirando hacia otro lado.
"Me encantaría que me cocinaras, pero… no quiero ser una molestia, así que solo si no te molesta. Podrías hacerme comida para algunos días y, y si es posible, me enseñas a cocinar mejor", dije sorprendido.
"Bueno, ya que insistes tanto, pero no pienses que lo hago porque me gustes ni nada raro; solo es porque insistes tanto. Además, somos amigos, así también te voy a dar clases de cocina, pero que no se repita lo de la última vez", dijo, haciendo referencia a Eris, recordando que al casi recordaré el casi beso accidentalmente, haciendo que me diera vergüenza y mirara hacia otro lado pensando en qué hacer.
"Muchas gracias, me ayudas muchísimo con esto, y… no se va a repetir lo de la cocina, fue un accidente. Además, voy a tener mucho más cuidado la próxima vez", dije feliz de que no solo me iba a ayudar con la comida, que sé que le gusta cocinar, cocinar, sino que además también me va a enseñar a cocinar.
Eris asintió, mostrándose relajada y complacida por mi respuesta. "Desde entonces, te traeré algo de comer para que no te descuides mucho", dijo.
"Desde a mañana", comenzaré.
A partir de ese momento, mi relación con Eris se fortaleció. Ella me traía comida casera, y las visitas a mi casa para "ayudarme" a organizar y cocinar se volvieron más frecuentes. Al principio, sus visitas eran específicas y muy serias, casi como una misión. Organizaba mi despensa con precisión milimétrica, me enseñaba a cortar verduras sin perder un dedo y me mostraba cómo hacer arroz sin que se pegara al fondo de la olla.
Eris era increíblemente ordenada, un contraste con mi caos. Al principio, se sentía raro que estuviera en mi casa, pero ahora era reconfortante. Descubrí que podía ser un poco mandona cuando se trataba de organización; la forma en que me decía qué hacer no era ni tímida ni muy fuerte, era… como decirlo, entre tierna pero firme y seria.
"Vali, ¿cuántos platos sucios hay en esta pila? ¡Y esto es de aquí, del desayuno de ayer!", me regañó un día, mientras yo intentaba disimular mi culpa.
"Lo siento, Eris, sigo siendo un poco desorganizado y no me esperaba que vinieras hoy; viniste de sorpresa un sábado, lo que no me esperaba", dije, intentando tranquilizarla.
"Sí, seguro… Parece que solo organizas y limpias cuando voy a venir", dijo. Puse una cara de atrapado cuando Eris admitió que sí, que solo organizaba cuando ella venía. "Ah, Vali, deberías organizar más seguido. Además, parece que acerté. No lo digo por molestar; lo digo por tu salud. No es muy bueno que comas mal ni seas tan desorganizado", dijo, bajando la voz en la última parte, como si tuviera vergüenza de que la escuchara decir eso.
Al ver cómo discutíamos los dos sobre la organización de la casa y la cocina, me dio vergüenza pensar que podíamos parecer una pareja de recién casados. Su reacción al verme poner esa cara me dijo que ella también lo había pensado, pero con la mirada era como si me dijera: "No lo digas, ni se te ocurra decirlo". Sin embargo, hablé sin pensar y lo dije: "Parecemos una pareja de recién casados discutiendo."
Me golpeó instintivamente, pero levemente, mientras hacía pucheros por la vergüenza.
"¿Por qué tenías que decirlo, por qué tenías que decirlo, por qué?", dijo en una voz tan baja que apenas la entendí.
"¿En qué estás pensando al decir eso, tonto, tonto, tonto, tto?", dijo Eris mientras seguía haciendo pucheros y estaba muerta de la vergüenza.
Me reí un poco, disfrutando de su reacción tan típica de ella.
"Lo siento si te molesté, Eris. Es que no se me ocurrió nada mejor que decir en ese momento", dije.
"No… no es que me molestara, pero… ah, concéntrate en organizar. Y mañana te traeré estantes nuevos para esos libros que tienes apilados por el suelo", respondió ella, todavía suspirando y con las mejillas encendidas.
"¡Esos no son cualquier libro, Eris! Si quieres ver que digo la verdad, léelos y lo verás", dije, al ver que ella ya estaba señalando una pila de novelas con una mirada de desaprobación por mi mala organización.
A pesar de las discusiones, cada vez nos hacíamos más cercanos. Desde vernos en el colegio siempre hasta las discusiones por mi desorden o los momentos en que me enseñaba a cocinar, todos esos momentos me llenaban de una felicidad que nunca antes había sentido y aceleraban mi corazón.
Eris llegó el siguiente día como había prometido, trayendo una caja con dos estantes plegables. No tenía dónde comprarlos, así que le pagué por adelantado para que me ayudara a conseguirlos, aunque no aceptó que le pagara por los dos. Mientras yo me veía ya cansado por la cantidad de energía que tenía Eris, ella se puso a buscar el mejor lugar para los estantes mientras movía libros y más libros que yo tenía apilados.
"Vali, si vamos a hacer esto bien, necesitamos un sistema", dijo con su voz de "capitana de la organización".
"Ordenar no. "No es como si quisiera ordenar todo, ¿para qué? Para mí está bien así", dije, sonriendo.
"¿Qué dices? Que estés acostumbrado no significa que sea bueno. Además… me encanta verte feliz por lo que hago por ti", dijo, bajando su tono de voz baja al mínimo mientras se sonrojaba levemente en las orejas; apenas pude notar que Eris estaba sonrojada.
Pasamos la tarde organizando y categorizando mis libros entre risas, momentos de vergüenza o incluso silencios incómodos. Eris, aunque nueva en mis libros, ya había devorado el que le recomendé en unos pocos días, y ahora estaba ayudándome a ordenar mi colección a una velocidad impresionante.
"Mira", dijo, sacando un libro que tenía y que apenas recordaba. "¿Esto? ¿Lo has leído?"
Asentí.
"Hace mucho tiempo. Es un poco denso, pero tiene momentos buenos", dije.
"Tal vez debería leerlo. ¿Me lo recomiendas?"
Eris tomaba notas de mi estantería, pensando que no me daba cuenta, mirando mis libros como si fueran tesoros sagrados que eran tan buenos que era casi obligatorio leerlos, aunque solo eran libros que había comprado poco a poco.
Después de varias horas, mi casa lucía irreconocible. Había llegado hace unas semanas y ya se me había olvidado que esa casa podía ser tan espaciosa sin los libros regados por todas partes.
"Mucho mejor", dijo Eris al ver todo organizado en su lugar.
" Nunca pensé que este lugar pudiera ser tan espacioso, y eso que ya viniste muchas veces desde que me mudé aquí", dijo.
"Increíble, ya tampoco sabía que esta casa era tan espaciosa. No sé qué haría sin ti; siempre me ayudas y me acompañas. Serás una buena esposa en el futuro", dije instintivamente. Creo que mi mente no procesa lo que digo cuando estoy con Eris, y sé que debería pensar un poco más las cosas, pero a veces hablo por instinto.
Eris se sonrojó un poco, desviando la mirada.
"No digas tonterías. Solo… me gusta que las cosas estén en su lugar", dijo, aunque su voz no pudo ocultar la satisfacción.
"Y qué piensas para decir que seré una buena esposa en momentos así. No estoy preparada para esto", susurró para sí misma.
"¿Podrías repetir lo que dijiste? No escuché", dije, porque verdaderamente no había escuchado.
"Nada, tonto, solo… ah, no importa. Solo decía que fueras más organizado", respondió.
En ese momento, el sol comenzó a ponerse, tiñendo mi sala de tonos anaranjados. El ambiente se volvió más íntimo. Los libros ordenados en los estantes, la luz cálida, y Eris, allí conmigo, hicieron que mi corazón se acelerara de nuevo. El "casi beso" de la cocina, las bromas de Suzune y Kaito, el secreto de los almuerzos caseros… todo se sentía… como decirlo, no se sentía real, pero al final era completamente real, y eso me hacía más que feliz.
Poco después, Eris y yo nos despedimos, y ella se iba a ir a su casa, aunque yo quería pasar más tiempo con ella. Pero ya era de noche, y posiblemente no había transportes a esa hora. Además, podía ser peligroso que Eris fuera sola, y aunque quería acompañarla, las noticias decían que había vientos fuertes y que era peligroso salir con ese clima. Así que Eris tuvo que quedarse en mi casa. Como mi casa es tan pequeña y mi cuarto es el único con aire acondicionado, nos tocó quedarnos a los dos en mi cuarto, en futones diferentes.
Perspectiva Eris a la hora de estar en los futones:
¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? El olor de Vali es delicioso, pero… ah, ¿en qué estoy pensando? No es posible que piense en Vali de esa forma. ¿Y si pasa algo o cae un rayo y del susto lo abrazo? ¿Por qué estoy pensando en estos escenarios? Además, Vali es solo mi amigo y nada más. ¿Por qué estoy tan dudosa y triste al pensar que soy solo una amiga suya y nada más? Calma, Eris, calma, respira. Ay, no puedo, solo pienso más en Vali por su olor. Espera, ¿por qué sé cómo huele Vali? Me voy a calmar y descansar un rato.
Posdata: Eris terminó durmiendo a las dos horas por no saber cómo reaccionar a la hora de dormir.
Perspectiva de Vali en los futones:
¿Por qué justo me pasa esto a mí? Tengo que dormir con una chica muy linda al lado mío. Sé que Eris me dijo que dejáramos esto en secreto, pero eso solo hace que me dé más vergüenza. Además, sé que estoy feliz de compartir secretos y experiencias únicas con ella, pero esto ya es mucho.
Posdata: Vali no pudo dormir en toda la noche, sino hasta los últimos 15 minutos antes de que sonara la alarma para que Eris se fuera a cambiar a su casa para ir al colegio.
Perspectiva de Feme (la encargada de la tienda donde trabajan):
Vine aquí porque vi a Eris yendo a la casa de Vali, pero no parece que esté pasando nada. Pasaron unas horas, pero todo valió la pena. Tuve que volver a mi casa y vigilar con un dron por los fuertes vientos, pero voy a poder ver y grabar con el dron cómo Eris y Vali se quedan a dormir juntos. Ya quiero ver qué pasa.
Posdata: La jefa de Vali y exjefa de Eris, ya que Eris solo trabajó durante las vacaciones en la librería, estuvo vigilándolos desde que vio a Eris ir a la casa de Vali en la noche, aunque fuera con un dron por los fuertes vientos.
Me ajusté las gafas, mis ojos estaban pegados a la pantalla del dron. La señal era un poco inestable por el viento, pero lo suficientemente clara. Allí estaban. Vali y Eris, en el mismo cuarto, con sus futones extendidos. ¡Bingo! Sabía que mi instinto no me fallaría. Había valido la pena el esfuerzo de regresar a casa y manejar el dron en estas condiciones. La curiosidad me picaba más que nunca.
La pequeña pantalla mostraba a Vali y Eris cada uno en su futón, separados por una distancia considerable. Vali se movía inquieto, dando vueltas, mientras que Eris parecía tensa, casi rígida, como si estuviera a punto de explotar. Podía ver sus caras en la oscuridad, iluminadas apenas por la luz de la calle que se colaba por la ventana. Parecían dos estatuas de sal, incapaces de relajarse. ¡Qué decepción! Nada de acercamientos, nada de miradas furtivas, ni siquiera un roce accidental. ¡Y yo con las palomitas listas!
Fruncí el ceño. Esto no era lo que esperaba. ¿Dónde estaba la chispa? ¿El drama? ¿La romántica tensión que me prometía el "casi beso"? Se quedaron ahí, inmóviles, cada uno en su burbuja de nerviosismo. Era casi tan aburrido como un libro de texto de historia antigua.
"¡Vamos, tortolitos, un poco de acción!", murmuré para mis adentros, con la bolsa de papas a medio terminar. "No se están dando cuenta de la oportunidad de oro que tienen."
El tiempo pasaba y la escena no cambiaba. Vali seguía girando, y Eris continuaba mirando al techo como si fuera el objeto más fascinante del universo. Era exasperante. Después de horas, el sueño me venció. Me quedé dormida, mi mente fantaseando con los escenarios que no habían ocurrido.
Me despertó el chirrido de la alarma del dron, que se había programado para el amanecer. Me desperecé, mis ojos volviendo a la pantalla. Vali ya estaba de pie, con el cabello revuelto y unas ojeras que le llegaban hasta el suelo. Parecía que no había dormido en absoluto. Eris, por otro lado, se levantaba con una lentitud digna de una tortuga, frotándose los ojos. Parecía menos cansada que Vali, pero igual de rígida.
El dron capturó los últimos momentos: Eris saliendo a toda prisa, con una mochila preparada de antemano (¡qué previsora!), y Vali cerrando la puerta tras ella, dejando escapar un suspiro de alivio casi audible. ¡Un suspiro de alivio!
"¡Ay, Eris, Vali!", exclamé, golpeando suavemente la mesa. "¡Son tan lentos! ¡Pero esto me da mucho más material para el futuro!"
Apagué el dron, una sonrisa traviesa se extendía por mi rostro. La noche no había sido el gran evento que esperaba, pero la torpeza y el nerviosismo de Vali y Eris eran oro puro para mi colección de chismes. Además, el hecho de que no hubiera pasado nada solo significaba que la tensión seguiría acumulándose. Esto iba a ser mucho más divertido de lo que pensaba. Ya podía saborear las palomitas de maíz de las próximas semanas. El drama estaba lejos de terminar.